Pantano de la Bolera

24.11.2024

   Hoy no he publicado ninguna obra nueva, pero he querido contar una historia de una foto. He visto una en la sección de Fotografías con mucha edición que me gusta mucho. Fue de las primeras que publique, pero no recuerdo como tome la instantánea. Así que he decidido inventarme narrativamente como hice la toma de la foto. Espero que os guste:

   "Era una mañana clara y fresca, típica de otoño en las montañas de Jaén. El sol apenas comenzaba a elevarse en el horizonte, proyectando una suave luz dorada sobre los campos y bosques que se extendían a nuestro alrededor. Había decidido escapar de la rutina diaria y adentrarme en uno de esos rincones tranquilos donde el tiempo parece detenerse, en el corazón de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Allí, cerca del pintoresco pueblo de Pozo Alcón, se encuentra el embalse de La Bolera, un lugar ideal para conectar con la naturaleza y disfrutar de un paseo que prometía ser tan relajante como enriquecedor.

   El sendero que decidimos tomar serpenteaba suavemente a través de un bosque de pinos y robles, rodeado por montañas de formas irregulares. A cada paso, el suelo crujía bajo nuestras botas, cubierto por una alfombra de hojas secas que se había acumulado durante las últimas semanas. El aire estaba limpio y fresco, y se respiraba una quietud especial. A medida que avanzábamos, los colores de la estación otoñal se desbordaban ante nuestros ojos: tonos de naranja, amarillo y rojo se mezclaban con el verde profundo de los pinos, creando un cuadro natural de serena belleza.

   El trayecto nos condujo lentamente hacia el embalse, y conforme nos acercábamos, el paisaje cambiaba, ganando en amplitud y grandeza. El sendero descendió hacia una de las orillas del embalse, y en ese momento el agua se abrió ante nosotros como un enorme espejo en el que se reflejaban las montañas circundantes. Era un espectáculo sobrecogedor. El contraste entre las aguas tranquilas del embalse y el cielo despejado, pintado de azul profundo, parecía una pintura en la que la naturaleza había alcanzado su máximo esplendor.

   El murmullo del viento se había convertido en un suave susurro que acariciaba las hojas de los árboles, mientras que el sonido lejano del agua deslizándose por el aliviadero de la presa nos indicaba que ya estábamos cerca de nuestro destino. Con cada paso, las montañas se elevaban a lo lejos, cubiertas de un ligero manto de niebla que apenas se disipaba con la llegada del sol, como si quisieran mantener su misterio intacto. La quietud del lugar era tan profunda que parecía que nada, ni el paso del tiempo, pudiera perturbar la armonía de este rincón apartado del mundo.

   Cuando finalmente llegamos a la presa, la vista fue aún más impresionante. La imponente estructura de hormigón de la presa se alzaba sobre el agua con una majestuosidad sobria. Desde allí, el paisaje se extendía ante nosotros en toda su magnitud: el embalse, rodeado de montañas y colinas, reflejaba un cielo de azul cristalino, mientras que las sombras alargadas de los pinos y los robles se deslizaban sobre el agua. El sonido del agua que se desbordaba por las compuertas de la presa se escuchaba a lo lejos, creando una atmósfera aún más solemne, casi reverente.

   Era el momento perfecto para detenernos y absorber todo lo que nos rodeaba. El silencio era absoluto, solo roto por el viento y el eco lejano del agua cayendo. Nos sentamos en una de las rocas cercanas y contemplamos el paisaje durante unos minutos, dejando que la tranquilidad del lugar nos envolviera. Este tipo de momentos, tan simples pero tan profundos, eran los que necesitaba para desconectar del bullicio diario. Un suspiro profundo, una mirada al horizonte, y el alma parecía renacer.

   Con el deseo de capturar algo de esa magia, saqué mi Nokia Lumia 1020, un teléfono que era una joya por la calidad de su cámara, y aún hoy conservaba su capacidad de inmortalizar paisajes con una fidelidad sorprendente. A pesar de que las cámaras de los teléfonos modernos han avanzado enormemente, el Lumia 1020 tenía una particularidad: sus 41 megapíxeles capturaban una resolución impresionante que podía rivalizar con las cámaras profesionales. Su lente Carl Zeiss era perfecta para este tipo de paisajes: capturaba la belleza con una claridad tan vívida que no solo mostraba la imagen, sino que transmitía la esencia del lugar. Colocando la cámara en modo manual para ajustar la exposición, tomé la foto del pantano con el reflejo del cielo y las montañas, rodeado de la serenidad del entorno.

   La imagen no solo registró lo que vi, sino que encapsuló la calma del momento, la quietud del agua y la grandeza de las montañas, todo en una sola instantánea. Al revisar la foto en la pantalla del Nokia, sentí que no solo había capturado un paisaje, sino un recuerdo imborrable, una sensación de paz que había quedado plasmada en ese pequeño archivo digital.

   Tras unos minutos más de silencio y contemplación, decidimos emprender el regreso por el mismo sendero, pero no sin antes hacer una última parada para mirar nuevamente el embalse. A pesar de que el día seguía avanzando, el ambiente permanecía inalterado, sereno y perfecto, como si el tiempo se hubiera detenido en ese rincón de Jaén.

   El regreso fue tranquilo, con el murmullo del viento y el crujir de las hojas secas bajo nuestros pies como única compañía. Mientras caminábamos, no pude evitar sentir que ese paseo por las cercanías de La Bolera había sido más que una simple excursión. Había sido un regalo para los sentidos, un momento de conexión pura con la naturaleza, y la foto que tomé con el Nokia 1020 era la pieza final para recordar este día como una de esas experiencias que se quedan en la memoria mucho tiempo después de haber sucedido.

   Al final, al llegar a mi hogar, me senté en uno de los cómodos sofás que tienen mis padres en su casa y decidí, que sería interesante pasar la preciosa foto a que pareciera un lienzo pintado por el mismísimo Sorolla. Así que con una edición en la APP Piscart, creo que lo conseguí."

   Espero que os haya gustado, tanto la obra editada, como la narración ficticia que he realizado de la toma y edición de la fotografía.

   Bye, Bye my friends,

                                      nandoLARA