Museo Arqueológico de Murcia
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Buenos días, buenas tardes o buenas noche, depende de tu lectura. Hoy os voy a hablar de una obra que cargue ayer en la sección de Fotografías con mucha edición titulada "Museo Arqueológico de Murcia. Nació de un viaje de trabajo que hizo mi mujer a Murcia para ver a una compañera de trabajo de la zona de Valencia, y nació la foto que origino esta obra. Os la cuento:
"Aquel día de 2016, el azar y las circunstancias me ofrecieron una nueva excusa para viajar a Murcia. Maribel, mi mujer, tenía que asistir a una reunión de trabajo en la ciudad con la compañera de Valencia, y yo, como tantas otras veces, decidí acompañarla. Nos alojamos en un hotel modesto, ubicado muy cerca del piso donde vivía mi hermana Elena con su esposo Ángel y sus dos hijas: Ángela, que a sus tres años era un torbellino de curiosidad, y la pequeña Elena, apenas un bebé que contemplaba el mundo con ojos grandes y serenos.
La visita a mi hermana fue un momento de alegría sencilla pero profunda. Al abrir la puerta, Ángela nos recibió con un abrazo que desbordaba entusiasmo, mientras la bebé Elena, en brazos de su madre, nos observaba con una curiosidad tranquila. Compartimos una tarde de charla y risas, rodeados por esa cálida familiaridad que solo los lazos de sangre pueden ofrecer. Maribel, siempre atenta, disfrutaba especialmente viendo a las niñas, cuya energía y frescura contrastaban con las largas jornadas de trabajo que había dejado atrás.
Aproveché las horas libres del viaje para explorar la riqueza cultural de Murcia. Recorrí sus calles y me detuve en el Museo Arqueológico, donde una exposición de restos antiguos captó especialmente mi atención. Entonces vi una calavera que captó mi atención, cogí mi Nokia 1020, abrí la cámara, enfoqué y con un disparo hice una fotografía que, en su frágil eternidad, parecía susurrar historias de un pasado remoto. Esa noche, en la habitación del hotel, me dediqué a editar la imagen, buscando resaltar lo que me inspiraba, los piratas de los mares del sur. Maribel, desde la cama, me observaba con una sonrisa cansada, tal vez divertida por mi obsesión de capturar y transformar lo efímero.
El viaje, aunque breve, quedó grabado en mi memoria como un mosaico de pequeños instantes: el abrazo de Ángela, la mirada serena de la bebé Elena, las risas compartidas con mi hermana y Ángel, y esa calavera que, desde su vitrina en el museo, me invitaba a reflexionar sobre el paso del tiempo. Murcia, una vez más, había tejido con sus calles y sus rostros una historia que no dejaría de contarme en los días venideros."
Espero que os haya gustado la obra y también su historia, cada obra artística tiene su relato.
Bye, bye my friends,
nandoLARA