Manneken Pis
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Buenos días, buenas tardes o buenas noches, eso depende de vuestra lectura. Hoy he cargado una obra en la sección de Fotografías con mucha edición titulada como Manneken Pis. Esta foto tiene muy poca edición, tan solo los haces luminosos en el chorro del pipi del niño, el que parezca que se esta meando encima de mi hijo es un efecto de lo impreso en la pared. Pero como toda foto que publico tiene su propia historia, os la cuento:
"Aquella mañana de verano, el calor se pegaba como una sombra persistente, pero a esas alturas, ya nos habíamos acostumbrado a vivir con incomodidades. Era la época de las mascarillas, aquellas barreras de tela que nos separaban de los demás y que parecían haber llegado para quedarse. Hace cuatro años de aquel verano, pero el recuerdo se mantiene fresco, como si el tiempo hubiera atrapado aquel día en una burbuja.
Decidimos, después de mucho deliberar y con las ganas justas, dar una vuelta por Málaga. Queríamos algo más que el tedio del confinamiento intermitente, algo más que mirar series o desinfectar el supermercado. Málaga, con su centro bullicioso, nos recibió con una energía contenida, diferente, como si el calor y las mascarillas le hubieran robado algo de alma, pero no todo.
La mañana la dedicamos a pasear sin rumbo, a perder el tiempo con la excusa de ganar aire, aunque el aire tuviera aquel sabor extraño a tela y aliento. Acabamos en un restaurante donde el pescaito frito era el protagonista. Pedimos de todo, como si aquel día no existiera más propósito que saciarnos: boquerones, calamares, alitas fritas,..., cerveza fría para aliviar el sofoco. Héctor y Mata hablaban con entusiasmo de planes futuros, aunque el presente seguía imponiendo sus restricciones. Reímos mucho, más de lo habitual; quizá por lo absurdo de aquellos tiempos, quizá porque nos hacía falta.
La verdadera diversión llegó después. Nos dirigimos a ese centro que había abierto hacía poco, un lugar peculiar donde la realidad se torcía y doblaba como un acordeón mal tocado. Desde fuera, no parecía gran cosa, pero al cruzar la puerta nos encontramos con un mundo de ilusiones. Paredes que simulaban cascadas, suelos que parecían desaparecer bajo nuestros pies, escenarios imposibles en los que el equilibrio era pura apariencia. Aquí podías estar flotando en el espacio; allá, huyendo de un dinosaurio.
Fue Héctor quien tuvo la idea más ridícula y brillante. Había un montaje donde el famoso Manneken Pis de Bruselas, aquel niño eterno orinando, podía ser manipulado con un poco de creatividad. "Ponte ahí", le dije, conteniendo la risa. Héctor, siempre dispuesto, se colocó justo bajo la figura, y disparé la foto en el momento perfecto. Después, al editarla, parecía que el pequeño bronce se estaba burlando de Héctor de la manera más literal. Nos desternillamos. Marta también posó para algunas escenas imposibles: una donde parecía caminar sobre un acantilado y otra en la que parecía ser como Harry Potter atravesando el anden en la pared. Fue un festín de risas y momentos absurdos.
Salimos del centro al caer la tarde, cuando el sol ya había bajado un poco, pero seguía cubriendo Málaga de un dorado intenso. Las mascarillas volvieron a ocupar su lugar, un recordatorio de que la realidad, fuera de aquel espacio, seguía siendo tozuda. Sin embargo, algo en nosotros había cambiado. Aquel día, entre pescaito frito y fotos imposibles, nos habíamos permitido, aunque solo por unas horas, desconectar de todo. Y eso, en aquel tiempo extraño, era un lujo que no estaba nada mal."
Espero que os haya gustado tanto la foto, como su historia.
Bye, bye my friends,
nandoLARA