La Giralda desde los Alcázares

      Buenos días, buenas tardes o buenas noches. Hoy he publicado un obra en la sección de Fotografías con mucha edición, lleva el título de "La Giralda desde los Alcázares". Como os habréis dado cuenta he cambiado, desde las cuatro últimas publicaciones, mi forma de contar la experiencia. Antes terminaba en el momento de la toma de foto y ahora, últimamente, la hago en mitad del relato. Hoy os voy a contar una visita que hicimos a unos amigos, invitados por ellos, a Sevilla para estrenar un piso que de habían comprado. Espero que os guste.

   "El piso, una joya entre medianeras, pero en esquina, se levantaba como una promesa de prosperidad y al mismo tiempo como un desafío logístico. La familia anfitriona, resplandeciente de orgullo por su adquisición, nos recibió con una efusividad propia de los calores sevillanos. Habían reformado hasta el último rincón, como si un bisturí hubiera dibujado nuevas líneas sobre la piel de una ciudad que respira historia. Era un espacio destinado al alquiler, pero por un fin de semana sería nuestro reino compartido por dos familias, o sea, la mía y la de Manuel. Ani y Juan estuvieron en el piso donde viven los anfitriones, Juan Luis y Feli. La cena del viernes también la hicimos allí tod@s junt@s.

   El piso se presentaba con las paredes recién pintada, y un leve olor a barniz que todavía flotaba en el aire. Todo reformado. Las maletas, amontonadas en un rincón, parecían evidencias de una invasión caótica. Cada familia eligió su habitación con la misma calma con la que se elige un número en la lotería: sin mucha expectativa, pero con cierto afán competitivo.

   El primer día se destinó a recorrer los Alcázares. Entre los mosaicos geométricos y los jardines que parecían más etéreos que reales, la Giralda se erigía como una sombra distante pero magnética. No pude resistirme, cogí mi móvil OPPO, abrí la cámara, enfoqué y capturé su imagen en una fotografía que, sospecho, no hacía justicia a su imponente serenidad. Me quedé un instante en silencio, como quien guarda un secreto ante la inmensidad de algo que no puede explicar. 

   Al día siguiente, la excursión era al parque de María Luisa y la  Plaza de España , ese imponente semicírculo que parece abarcar todo el mundo y, al mismo tiempo, cerrarlo dentro de sus azulejos. Pero mi ánimo no cooperaba. Un peso invisible, tal vez la melancolía disfrazada de fatiga, se apoderó de mí. Me quedé sentado en un banco cercano, dejando que los demás exploraran los puentes y las barquitas. Desde mi rincón veía pasar los destellos de sus cámaras y escuchaba el murmullo de sus voces entre risas. La Plaza, para mí, era solo un telón de fondo. Sevilla, en aquel momento, era un cuadro que yo observaba desde fuera, como si la ciudad misma estuviera hecha para otros y no para mí.

   Así transcurrieron los dos días: entre azulejos, sombras de palmeras y esa sensación de ser un espectador en la obra de teatro de la vida".

   Espero que os haya gustado la obra y la historia que os he contado.

   Bye, bye my friends,

                                      nandoLARA

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   Good morning, good afternoon, or good evening. Today, I've published a piece in the "Photos with Extensive Editing" section titled "La Giralda desde los Alcázares". As you may have noticed, I've changed the way I share my experiences since my last four posts. Previously, I would conclude with the moment the photo was taken, but recently, I've been weaving the story into the middle of my narrative. Today, I'm going to tell you about a visit we made to some friends, invited by them, to Seville to celebrate the purchase of their new flat. I hope you enjoy it.

   "The flat, a gem tucked between neighbouring buildings but located on a corner, rose as both a promise of prosperity and a logistical challenge. The host family, beaming with pride at their acquisition, welcomed us with the kind of warmth that matches Seville's summer heat. They had refurbished every inch of it, as if a scalpel had redrawn the lines on the skin of a city brimming with history. It was intended for rental, but for one weekend, it became our shared kingdom between two families—mine and Manuel's. Ani and Juan stayed at the hosts' residence, with Juan Luis and Feli. We all gathered for dinner on Friday evening at their place.

   The flat itself, with freshly painted walls and the faint scent of varnish lingering in the air, stood gleaming in its renewal. Our suitcases, stacked haphazardly in a corner, seemed like evidence of a chaotic invasion. Each family chose their room with the same restrained hope as picking a lottery number—without much expectation, yet with a subtle competitive spirit.

   The first day was dedicated to exploring the Alcázares. Among the intricate geometric mosaics and ethereal gardens, the Giralda towered in the distance—a magnetic, shadowy presence. I couldn't resist; I grabbed my OPPO phone, opened the camera, focused, and captured its image. A photograph that, I suspect, fell short of capturing its serene grandeur. I lingered in silence for a moment, as if keeping a secret in the face of something indescribable.

   The following day's excursion was to María Luisa Park and the Plaza de España, that majestic semicircle that seems to embrace the entire world while simultaneously enclosing it within its tiles. But my mood didn't cooperate. An invisible weight, perhaps melancholy disguised as fatigue, took hold of me. I sat on a nearby bench, letting the others explore the bridges and little boats. From my corner, I watched flashes from their cameras and heard the murmurs of their voices amidst laughter. The Plaza, for me, was merely a backdrop. Seville, at that moment, felt like a painting I observed from outside, as though the city were made for others and not for me.

   And so, the two days passed: among tiles, palm tree shadows, and that strange sensation of being a spectator in the theatre of life."

   I hope you enjoyed the piece and the story I've shared.

   Bye-bye, my friends,
                                   

                                          nandoLARA